Travesia del Atlantico en Catamarán

Una travesía de más de 3.000 millas requiere de mucha organización y preparativos. El barco llamado Mambo Diablo, en alusión al famoso timbalero Tito Puente, es un catamarán de casi 15 metros de eslora y 8 metros de manga, lo que garantiza la estabilidad en las diversas condiciones de mar que podríamos encontrar dado el número de días que estaríamos embarcados.

El día 10 de noviembre empezaba la aventura. El Mambo Diablo, un catamarán de última generación con todas las comodidades, nos esperaba en la marina de Santa Cruz de Tenerife listo para zarpar. Los siete tripulantes estábamos ansiosos por hacernos a la mar y la emoción se reflejaba en nuestras caras. Un Alisio ya establecido nos llevaría hacia nuestro destino caribeño, Martinica.

Zarpamos desde Tenerife con mas de 20 nudos y un mar algo revuelto que nos forzaba a extremar las precauciones con las maniobras en cubierta. A las pocas horas de navegación doblamos el último cabo de la isla que nos dejaba ver la montaña del Teide en todo su esplendor. Nos despedimos ya de noche de las Islas Canarias con las velas en orejas de burro y un viento aparente suave. Durante las horas de luz habíamos tenido que lidiar con una vela de proa caprichosa que se había mordido una vuelta sobre el estay. Más tarde, la cena, una caldereta de Dorado recién pescado, hizo incluso más agradable el viaje que acabábamos de iniciar.

En los primeros días aprendimos que la navegación en orejas de burro trae sus complicaciones, sobre todo con vientos marginales y de rumbo variable. En una virada involuntaria la vela mayor se rajó a la altura del tercer rizo, lo que hizo que tuviéramos que realizar una escala de dos días en Cabo Verde para repararla. Aprovechamos esta parada técnica para disfrutar del calor de la gente y de esta tierra que retiene lo mejor de África.

Cruzar el Charco

Travesia del Atlantico en Catamaran

Nada más salir de Mindelo nos encontramos con una fuerte marejada de popa con la que nos divertimos bastante. Sin embargo, el viento no duró mucho, de hecho el resto de días no pasamos de los 15 nudos. Algún pequeño chubasco nos alcanzó pero nunca hubo que tomar más de un rizo. En todo momento nuestro piloto automático nos guió, haciendo la travesía aún mas fácil y placentera.

Los días a bordo los pasamos pescando, leyendo, relajándonos, aprendiendo de todos los que formábamos la tripulación y disfrutando de la inmensidad del océano desde nuestra “casa de lujo con velas”. Unas condiciones suaves nos ofrecieron incluso la oportunidad de bañarnos en el azul. Las guardias de 4 horas de dos en dos se sucedían a lo largo del día, conforme avanzábamos, el capitán dio la oportunidad de elegir hacer la guardias en soledad, opción que algunos aprovecharon para meditar y fundirse con en el mar.

Llegamos a Martinica el 5 de diciembre, 25 días después de nuestra partida. Todos compartíamos la misma sensación de satisfacción por la aventura vivida. Con mucha nostalgia de lo vivido a bordo  fuimos desembarcando uno a uno para tomar el vuelo de regreso

Un video de la Travesia del Atlantico en este enlace

Travesia del Atlantico en Catamarán

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