Navegando en las islas Maldivas

 

Charter en maldivas

Charter en Maldivas

Por Pilar Tejera

Jueves 5 de octubre 1999

Salimos de la base de Sunsail en Giravaru, situada al sur del Atolón de Male, rumbo sur, hacia el atolón de South Male, a 2 horas de travesía con idea de  fondear en Valassaru Falhu, una isla que se cierra en torno a una laguna situada al norte del atolón, según se entra a estribor. El velero es un Oceanis 44.CC (Central Cockpit) (o sea, con bañera central, para los neófitos como la que suscribe), aparte del descomunal tamaño del camarote de popa que es la envidia del barco. No hay viento y vamos a motor. Delfines nada mas salir y peces voladores. El día es espléndido aunque pega el sol, así que vamos con el toldo y no lo quitaremos en 14 días. Hemos echado un curricán y lo único que pescamos es a Carmen que nos ha regalada la primera anécdota  con un espléndido “hombre al agua”. Ayer nos recibieron los miembros de Sunsail, Jhon y Victora, una pareja que que lleva 9 meses en Maldivas. Hemos aprovisionado el barco hasta los topes porque aquí es difícil repostar tanto agua como alimentos. Llevamos 500 L de agua y 200 de combustible. Por si las moscas. Navegamos a 2.6 nudos con mucho tiento. Andamos locos intentando interpretar la carta porque esto está lleno de arrecifes y a poco que nos despistemos nos llevamos una plantación de coral con la quilla. A ratos polarizamos el agua por si descubrimos corales antes de llevárnoslos por delante. De comida, un pollo que está manufacturando Joaquín. Tras fondear en Valassaru Falhu, hemos ido a bucear tras la rompiente. Hemos visto muchos tipos de peces, y Joaquín y Carmen se han topado con un tiburón de algo mas de un metro, de los de punta blanca. Luego una buena siesta y en dingy a la isla, a dar un paseo por la playa donde una pequeña manta daba caña a los peces que se refugiaban en la misma orilla. Un español que andaba por allí le ha preguntado a Joaquín: oiga, ¿es posible que “aiga” tiburones por aquí?

 

Viernes 6

Hoy ha amanecido ventoso, así que iremos a vela hacia Gulhee (latitud 4º N), bordeando por fuera el atolón. Nada mas salir bancos de peces saltando y una tortuga. Dejamos a un lado Vaadhoo, y luego Eboodhoofinolhu a estribor, rodeada de espectaculares arrecifes a juzgar por las olas que se ven. Son olas largas que empiezan a romper casi a una milla de distancia. Tres horas y media vigilando los arrecifes y lo que parecían balizas en la distancia. Atravesamos un paso estrecho de 10 ó 12 m. de aguas turquesas flanqueadas, a un lado, por la punta norte de la isla, cuajada de barcas de pesca de vivos colores encalladas en la playa, y al otro, por apenas un islote con una palmera despeinada tras la que se dibujaba la línea del horizonte, cobalto a un lado, y turquesa al otro. La llegada ha sido sencillamente espectacular. Gulhee es un pequeño escollo en forma de haba habitado por pescadores que viven de la venta de souvenirs. En el centro está cuajada de vegetación baja y palmeras  a cuya sombra se refugian  cabañas de palma. Desde aquí divisamos al sur, Gulhiggaathuhuraa??, donde se ven bungalows sobre pilotes en medio de las aguas.

 Hoy se ha acercado Ashim el “businessmen” de la isla, un hombre de unos treinta y tantos delgado, de ojos profundos y vestido a la usanza occidental, en impecable azul. Ha improvisado una terraza con unos taburetes de plástico y una mesa desconchada donde una mujer ha depositado un termo de te, croquetas picantes y  dulces de color guindilla hechos a base de azúcar quemada. Hemos hecho un recorrido por el pueblo: tiendas de souvenirs repletas de collares de coral y artesanía de madera. Los niños salían a nuestro encuentro, las mujeres nos seguían con los bebés en brazos y los hombres interrumpían su trabajo para vernos pasar. Es viernes día de oración y descanso para los musulmanes, pero todos parecían llevar una vida normal. En el patio de la escuela, un grupo de mujeres hacían gimnasia, los chicos jugaban al paddle y unas muchachas practicaban un juego de pelota bastante curioso el “bashi”. Las islas, vistas desde el mar, son pequeños planetas que forman una constelación de arena, palmeras y coral. De noche, vistas desde lo lejos, emiten una luz de estrella fugaz.

 

Sábado 7

Hoy ha sido un día perezoso. Gulhee estaba ahí, coqueta con su escaparate de barcazas  varadas en las playa y ceñida por las aguas turquesas. Parecía una actriz posando en un día de rodaje. Algunas nubes se movían perezosas, sin prisa, como nosotros y una garza  nos ha dado los buenos días sobrevolando el velero rumbo a las nasas de los pescadores plantadas a 300 m. al N. Gulhee es la primera isla habitada de nativos del lado este del atolón de Suth Male, tiene una pequeña laguna que la rodea. Gulhee es un reflejo de la vida fuera de Male. En el este de la isla hay una zona conocida por ser visitada por mantas raya.

 Tras la barrera de coral….

De los corales blancos , se pasa a una constelación de rojos, amarillos y verdes donde peces de todos los tamaños y colores imaginables deambulan entre la cortina de aguas turquesas. Es siempre una intrusión en un mundo ajeno, etéreo e imprevisible, un conjunto de sensaciones que se dan la mano: el contacto con el agua, la sensación de ingravidez, los movimientos ralentizados impulsados por el balanceo de las aletas, el sonido de la propia respiración, como de submarino o escafandra (chsssss, chsssss..). Uno flota con la espalda bañada por el sol y la vista clavada en el fondo atenta, escudriñando entre los corales, atisbando el mínimo movimiento de una sombra, el roce de un pez de coral… Una pareja de enormes mantas enamoradas han hecho acto de aparición, con movimientos oscilantes y parabólicos. Tan unidas iban que al principio no reconocimos sus formas. Poco a poco distinguimos sus siluetas, enredadas como dos madejas. Una aleteaba con parsimonia, la otra, se dedicaba a rozarla, como haciéndola cosquillas, ejecutando una coreografía acuática, de colas entrelazadas. Parecían dos cometas enredadas. El resto del día vagabundeando, dormitando y contemplando el mar, hasta que al atardecer, un grupo de atunes enormes ha salido a saludarnos con cabriolas en el aire, al otro lado del arrecife. La vida en el mar trastoca la relatividad de las cosas y ofrece una nueva perspectiva y una extraña dimensión del tiempo. Unas cervezas Holsten y Eric Clapton como sonido de fondo. No se puede pedir mas. Y mañana, a descubrir otra isla.

 Domingo 8

Salimos de mañana rumbo 210º de aguja, con viento de componente SW de unos 20 nudos, rumbo a Kaliveli Resort, con el Génova y la Mayor a tope a una velocidad de 7.5 nudos, bastante buena, teniendo en cuenta que el dingy tira lo suyo. A estribor dejamos Maafushi, Kadomaa, Fushi, Kadomaa Fushi, Guraidhoo y Lhus Ffushi. La Carta era muy confusa y no hemos podido entrar en Kaliveri. Veíamos puntas de coral que nos han hecho dar la vuelta y hemos enfilado hacia Rannalhi, localizada en el extremo mas suroriental de South Male Atoll. Ran significa oro y nalhi, medida. De antiguo las mercancías se medían con un nalhi, un objeto redondo hecho de oro. Los locales afirman que la isla parece un nalhi y posiblemente de ahí viene el nombre. Al llegar hemos visto delfines junto a la orilla. Nada extraño pues hay un cortado que en la sonda marca los 18 m. Para entrar hay que sortear un estrecho canal de 31 m de profundidad que se abre entre los arrecifes. Una vez dentro hay que ir sorteando otros arrecifes que se extienden en torno a la isla. El Lodge Rannalhi está llevado por un italiano y casi todos los “honey mooners” alojados son sus compatriotas. Hay un racimo en forma de media luna de bungalows sobre pilotes que asoman por el lado oeste y un pequeño embarcadero de donhis  en el sur que señala la entrada al Lodge. Entre ambos extremos hay una playa blanca flanqueada por espesa vegetación y algunas palmeras. Se puede cenar por unos 10 ó 15 $ pero hemos preferido cenar a bordo.

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